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Teatro Municipal

El teatro se localiza en la segunda calle sur y la segunda avenida oeste sobre una calle de escasa actividad.

El edificio destaca en la escena urbana circundante, donde prevalece la arquitectura residencial de carácter colonial con cohesión risose, deformada un tanto por la gran pendiente de la calle.

El escalonamiento de las líneas que definen sus aleros y pretiles ofrece un panorama de peculiar interés que remata pasando el río, al final de la calle denominada “Montaña Rusa”.

La primera piedra del teatro municipal fue colocada en febrero de 1884.

En esa ocasión, Rubén Darío leyó su poema “Del arte”, dedicado a Pedro J. Alvarado, su tío, promotor de la empresa.

Pero el financiamiento del edificio fue obra de la municipalidad que adquirió un solar por la suma de 2000 pesos plata y contrato a su constructor: el arquitecto Costarricense Luís Cruz.

Fue inaugurado al año siguiente.

Tenia una capacidad de 600 butacas, 48 palco y espacio para 500 personas más en el tercer piso.

En 1913 fue remodelada la fachada, siguiendo pautas del eclecticismo imperante, en donde se mezclan elementos estilísticos de diferentes épocas.

Años después fue remodelado totalmente el interior y en 1952 se incendió, quedando en pie solo las fachadas. Desde 1990 esta siendo habilitado.

En el se presentaron óperas y actuaron los personajes más importantes de la época.

Por sus intervenciones, se considera únicamente patrimoniales sus muros exteriores.

Es un edificio esquinero de planta rectangular construido en piedra con dos plantas, cuyo interior fue retirado para la reconstrucción después del ultimo incendio.

Su fachada principal combina las influencias barrocas de la colonia y la neoclásica posterior a la independencia. Posee una armónica relación entre vanos y macizos.

Sin embargo, su apariencia es muy pesada por la gran dimensión del frontón de la fachada principal.

Su frontis esta dividido por entablamentos a dos niveles que se coronan con un frontón sobrio, enmarcados con molduras de grandes proporciones.

Entre las cadenas de las esquinas arrancan pilastras adosadas que se apoyan sobre bases de apariencia maciza, dando lugar a los vanos con arcos de medio punto que se enmarcan, jerarquizando la entrada por la central al complementarse con otros elementos decorativos.

La fachada secundaria tiene un alto zócalo realzado y su elemento decorativo lo constituyen una serie de hornacinas con dos tamaños: las dos más cercanas a la esquina son más pequeñas.

Todas ellas tienen unas ventanas rectangulares enmarcadas por moldura.

El edificio se remata por medio de una cornisa que unifica las dos fachadas, y en la principal, sobre la misma, existe un frontón rematado con otra cornisa mixtilínea.

La decoración del interior del frontón a desaparecido.

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