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La Gigantona ( Parte III )

Es sábado por la tarde en la ciudad de León, estoy sentado frente a la Catedral en una banca del parque central… se acercan pasos… una joven de aproximadamente 20 años, morena, hermosa y guapa, se acerca de la mano de un joven de similar edad, alto blanco, delgado, cabellos rubios y ojos azules, pasan frente a mi e indiferentes se dan un beso y prosiguen su desenfadada ruta hasta un bar ubicado en la esquina, esquina opuesta a Catedral, y pienso la collonizada a colonizado al colonizador, la conquistada a seducido al conquistador, y el viento sopla sutilmente sobre mi cabeza, hacia el otro lado vienen danzando alegremente dos muñecas altas vistosamente ataviadas y un muñeco con una cabeza enorme, unos chicos van tocando tambores y maracas y liras, están bailando y recitando versos en la esquina, un chico pasa con un sombrero de paja en su mano, recaudando monedas y billetes entre los presentes que luego se traducirán en alimentos y otros víveres para su familia y la de sus compañeritos…

El espectáculo a concluido en esa esquina, adelante en la otra esquina hay un grupo de turistas, los chicos se acercan a ellos tocando sus tambores, maracas y liras, las gigantonas bailan alegremente y el enano cabezón al ritmo de los tambores comienza a declamar sus versos: » Bomba, Bomba yo soy el enano cabezón, que ando siempre enamorado y si amarte es un pecado me convierto en pecador, vos sos la mas linda flor, de todas la mas bella, quizo Dios, que un día emigraras y llegaras a este corazón, que sabia de vos antes que el sueño, y quisiera ser tu dueño, pero se que no soy mas que un simple pecador y un simple admirador de tu belleza, y vos sos una princesa que viaja lejos de mis sueños».

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